Ideas Fundamentales del Cristianismo

El cristianismo se basa en tres ideas fundamentales. Estas ideas son las precursoras de los valores. Esas ideas son las siguientes:

  • Identidad de Dios y Amor de Dios
  • Mensaje de Jesús
  • Identidad y dignidad del ser humano

 

A su vez, el mensaje de Jesús revela la existencia del Espíritu Santo. Sin algo tan explícito como las palabras de Jesús, su existencia se hubiera ignorado.

Las tres ideas fundamentales está muy relacionadas entre sí. Por ejemplo, la identidad de Dios está radicada en el Amor que tiene por cada ser humano, un Amor especial, un Amor único, un Amor paternal y maternal… y ese ese Amor el que la dignidad al ser humano.

Las tres ideas fundamentales forman una red. En esa red surgen los valores, muchos nuevos, muchas nuevas ideas, muchos conceptos sobre el hombre de tinte revolucionario.

El cristianismo y el Imperio Romano

Mientras que otros mensajes religiosos se las vieron con tribus y sociedades poco menos que analfabetas, el cristianismo penetró en una cultura imperial con un gran cuerpo administrativo y respaldado por un cuerpo filosófico.

Eso obligó a una forma particular de penetración. No bastaba con un «Dios lo quiere así y ya» sino que detrás había una argumentación. A medida que el cristianismo se extendía, le hacía falta una administración para hacerse cargo de las nuevas parroquias, de los conversos, de los cientos de obispos… ¿dónde había un modelo de administración? Sí, en el Imperio.

La forma en la que el cristianismo penetró en el imperio lo definiría para siempre y marcaría la configuración de Europa. Si hubiera que condensar esa forma de impregnación en la sociedad en una sola palabra sería la que hemos utilizado más arriba: argumentación.

Hubo que hilar fino para darle un fundamento filosófico y lógico al cristianismo.

Y tanto se copió el «corpus» administrativo que hoy podemos ver la administración imperial en la Iglesia Católica.

Valores Cristianismo

El cristianismo es una de las tres patas en las que se apoya la sociedad occidental (la que Mafalda decía zoo-ciedad). Las otras dos la constituyen la filosofía griega y el derecho romano. Sin embargo, éstas dos son fundamentos del pasado. El cristianismo está vivo, muy vivo en algunos lugares y algo herido en otros… pero con vitalidad.

Los tres fundamentos con otro nombre

Las tres patas hacen hincapié en tres aspectos de la humanidad. Si ser humano es como una aventura por el desierto o el vergel de la realidad, las tres patas son la brújula, la mochila y las botas. O algo así.

Pero como los europeos somos los que escribimos esto, los valores nos parecen básicos. Son valores que tomamos como fundamentales.Cuesta imaginar que no sean evidentes. Y no lo son.

El éxito de los valores occidentales

Lo que ocurre es que la sociedad occidental ha vencido con creces a todas las demás, por lo que creemos (¿inconscientemente?) que su éxito es en buena parte debido a esos fundamentos. Y, sin embargo, la relación éxito-fundamentos es una relación de dudosa existencia y, en el mejor de los casos, cubierta de oscuridad.

¿Tendrían tanto valor esos fundamentos si fueran los de una sociedad derrotada frente a otras?

La democracia como valor

Hay sociedades que no son democráticas, por lo menos en lo que se refiere a la existencia de listas abiertas y a que se permita la disidencia (lo cual excluye a las sociedades donde rige un “comunismo democrático”, que suena bien pero -dado que el comunismo no acepta la disidencia- es un abuso de la lengua).

Hay sociedades que son más democráticas, sin serlo nominalmente, que otras que se atribuyen el brillo.

Y hay sociedades donde rige la democracia y, de hecho, son democráticas. Europa está llena de buenos ejemplos.

Karl Popper decía que la democracia es la única forma de gobierno donde el cambio de poder no implica un derramamiento de sangre. Es una muy buena definición.

Ser democrático en la clase política

Lo cierto es que “ser democrático” se parece mucho a un certificado de calidad, como una “denominación de origen” de un buen vino. Es una medalla que cualquier político desea tener. Y es que los políticos son seres humanos; como tales, desean lucirse bien. Antes una aspirante a Miss Universo deja de peinarse para el certamente que un político deje de adornarse para sus votantes.

Los dictadores son una especie diferente y, aunque no entienden o desprecian el juego democrático, también tienen muy en cuenta la opinión pública. A menudo, alimenta la opinión del vulgo con cuentos, mitos e historias de su venida al poder.

Pero son diferentes.

Si algo enseñó el siglo pasado, aunque tiene muchas grandes lecciones, es que hay políticos capaces de arrastrar a las masas. ¿Y quiénes son las masas? Porque a cualquiera le gusta pensar que Ortega no le señalaba, que es una persona diferente y que no es parte de la masa. Y, sin embargo, lo eres.

La única vacuna que existe es la de la sana desconfianza a uno mismo y a los políticos. Por eso son especialmente importantes los fundamentos y, en especial, los valores del cristianismo.

El amor propio y la disensión

¿No es lo más importante el amor propio? ¿Qué valor tiene la duda?

Los fundamentos de la sociedad occidental y los valores del cristianismo en particular responden a esas preguntas.

Aunque en las tres patas hay inscritas muchas ideas, esto es una simplificación:

– Cristianismo: La dignidad de cada ser humano es infinita. Dios ama a cada ser humano y eso no depende si el humano es un mendigo o un emperador; o un burgués o un rebelde. Eso lleva a una igualdad como ninguna otra. Y también a ser portador de unos derechos por el solo hecho de ser un hombre (y también de unos deberes, claro)

– Derecho Romano: La ley es la misma para todos en la sociedad occidental. Nadie está por encima, ni siquiera los reyes. El dinero tiene una influencia sobre la legalidad que a veces asusta. Pero lo que ha de imperar es el Estado de Derecho.

– Filosofía griega: Es aquí donde surge la idea (y la práctica) de la democracia. Estuvo precedida por la discusión, las preguntas, las dudas y, sobre todo, la disidencia. El gran ejemplo de Sócrates es el de la disidencia. Y es que la discrepancia es vital en la democracia. Toda “democracia” que no conceda un dignidad respetuosa a toda idea diferente cojea en lo más básico. Y nadie augura nada bueno a un cojo corriendo por un terreno accidentado y lleno de fango. Que eso son las sociedades humanas: altibajos y barro.

“El infierno está empedrado con las buenas intenciones”

Y las sociedades humanas son amasijos de buenas intenciones. Es uno de los motivos por lo que el comunismo ha fracasado tan cruelmente desde sus comienzos, creando hambrunas, temiendo cualquier disidencia y orientando sus armas a sus propios ciudadanos.